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Resumen:Desde los trabajos de Liggins y Howie (1972), numerosos estudios han demostrado que la corticoterapia antenatal permite disminuir la mortalidad y la morbilidad perinatal de manera muy significativa. Esta terapia parece carecer de peligro, tanto para la madre como para el niño, y debería ser administrada cada vez que un parto prematuro tiene posibilidades de supervivencia. La existencia de un parto inminente, de una rotura prematura de membranas o de una edad gestacional superior a 34 semanas de amenorrea no son obstáculos al tratamiento, puesto que incluso en estas situaciones, tiene una eficacia real. Más de la mitad de los niños nacidos prematuramente deberían teóricamente de haberse beneficiado de una corticoterapia durante el período antenatal, mientras que la cifra real es probablemente inferior al 20%. La relación coste-eficacia de esta política sería extremadamente positiva: más de 1.500 muertes neonatales anuales podrían ser evitadas, acompañándose de una economía del 10% en el cuidado de los recién nacidos.
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