Resumen:La muerte gestacional y neonatal se rodea de un halo de invisibilidad, es una realidad muy difícil de mirar pero que necesita ser vista. Sufre la madre, el padre, los hermanos, también es necesario mirar por el siguiente hermano que vendrá después. Si no miramos, acompañamos y ponemos nombre a este dolor y tendemos a negarlo, se multiplican las posibilidades de que la madre se quede instalada en un duelo patológico o que el siguiente bebé sea el depositario de reparar esa herida parental y sustituir al hermano fallecido, lo que a menudo también conlleva una hiperprotección basada en el miedo provocado por la muerte de su hermano.